“Chirrinche”, palabra con la cual se conoce el producto de la fabricación rudimentaria del alcohol:
“En la mitad del piso, sobre 3 tulpas, había una tinaja grande con un fuego vivo
debajo y lleno de jugo fermentado de la caña. El condensado era una marmita de cobre o de bronce
(paila) que cubre la boca de la tinaja; bajo este condensador había un palto de barro cocido muy
peculiar, llamado obispo, construido de manera que recibía las gotas que caen de la superficie
interior de la paila y las deje escurrir hacia fuera.
La ocupación por Dolores consistía en conservar fría la paila del condensador y para
ello la sumergía totalmente en agua, que sacaba de una gamella, y luego volvía a echar esa misma agua
dentro de la vasija llenándola y vaciándola continuamente; en tanto, las gotas del apetecido licor
caían en una botella gruesa colocada debajo”.
El impacto producido por el aguardiente en la sociedad americana es tal que la
palabra “onces”, común en el lenguaje de la Colonia y de la Republica, tiene su origen
en las continuas y no permitidas parrandas de los hombres de ese entonces, quienes buscaban un pretexto
para salir de sus casas para tomarse unos “aguardienticos”. Con el objeto de evitar discordias, los
borrachitos de la época inventaron el termino “onces”, derivando de las doce letras
que componen la letra aguardiente.
Con el pasar de los años la economía casera del famoso chirrinche, poco a poco, fue
siendo remplazada por una economía estatal que regulaba su producción y su distribución, convirtiéndolo
en una industria regulada por el gobierno central.
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